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Resiliencia el superpoder personal

¿Cómo afrontas los problemas? ¿Sacas ventaja de una aparente adversidad?, posiblemente seas una persona resiliente y no lo sabes. En este artículo te mostraremos algunas sugerencias para sacar provecho a la resiliencia, el superpoder personal, y salir victorioso(a) de esas pruebas difíciles de vida, además de agregar valor positivo a las malas experiencias.

¿Qué es la resiliencia?

Un término muy evocado hoy día, la resiliencia. Se define como la condición (natural o aprendida) de una persona de afrontar distintas situaciones, eventos o experiencias adversas, de la cuales se logran resultados beneficiosos. ¿Acaso existe alguien sin dificultades, adversidades y obstáculos en la vida?

Justamente, por esta razón, los problemas son parte y condición de la vida misma, lo que no es fácil. Por ello la resiliencia se percibe como capacidad, no solo para no quedarse en el piso luego de una caída, sino saber cómo volver a levantarse siendo mejores que antes de caerse.

Es frecuente oír actualmente, hay que resistir, esa persona si es resistente, entre muchas otras frases similares. Su connotación casi adquiere una especie de poder heroico.

Este poder se asocia  básicamente a la etimología del término resilire, una verbología de origen latino que quiere decir rebotar. De tal modo, que el superpoder que otorga la resiliencia es la capacidad de saltar hacia atrás, similar a una pelota lanzada contra la pared. 

Es decir, la persona resiliente puede saltar los problemas, o mejor aún, la adversidad le rebota, absorber el golpe sin dañarse, además transformarlo a su favor o neutralizándolo.

¿Cómo son las personas resilientes?

La resiliencia en términos prácticos se considera como la condición natural o aprendida, de responder positiva y proactivamente a eventos estresantes (como una pared), sin embargo, puede aguantar y absorber el golpe (rebote de la pelota) de manera resiliente. Y puede reorganizarse respetando su propia identidad.

Se dice que una persona resiliente tiene un superpoder, puesto que con su fortaleza interior puede enfrentar pequeños o grandes retos planteados por la vida y transformarlos en verdaderas oportunidades de aprendizaje.

Por tanto, la resiliencia supone una construcción multidimensional que subsume atributos personales, temperamentales, habilidades particulares, como puede ser, resolver problemas, con la convicción  de cultivar a lo largo de la vida, interiorizando las experiencias.

Toda persona a lo largo de la vida presenta en mayor o menor medida, frustraciones y problemas que la empujan a desarrollar ciertas habilidades para resolverlos, reforzando la conciencia de sus capacidades, así como la confianza en sí mismo. 

La resiliencia como poder

Nadie está exento de situaciones difíciles y adversidades. No obstante, la propia experiencia demanda resiliencia, lo cual no significa ausencia de dolor, tristeza, rabia, temor o estrés.

Al contrario, a pesar de las emociones frustrantes experimentadas, la persona resiliente será capaz de aceptar y gestionar sus emociones logrando lidiar, e incluso superar la adversidad. Esto curte, aporta fuerza, y es donde estriba su poder. 

¿El superpoder de la resiliencia es natural o se puede adquirir?, pues bien, en ambos casos es afirmativo, puesto que como capacidad, se puede tener de forma natural, pero también se puede adquirir con trabajo. 

De hecho, mientras más se exija dar la cara a ciertos problemas, y salir victorioso, más resiliente se será. Y aunque se dice fácil, realmente no es un camino sencillo de andar, puesto que ni es estable, ni existe una poción mágica para resolver la adversidad. Cada persona y caso son distintos.

En la línea o corriente del nihilismo en Nietzsche, una frase muy usada refiere lo que no mata fortalece, alude a que un evento traumático, representa una oportunidad de desarrollar fuerza interior, como una manera de entender la vida y vivirla, construyendo un nuevo y mejor yo. Esto es poder, fuerza interior o superpoder.

Aceptar y vivir el cambio

Durante toda la vida, el ser humano tropieza con muchas situaciones que no se pueden cambiar, que no se han escogido y tampoco se puede volver al pasado. Sin embargo, en caso de creer o pensar que parte de los problemas fueron consecuencia de alguna acción personal, siempre se puede cambiar, sea en actitud, pensamientos y acciones.

Es decir, un terreno incendiado, hoy puede brotar nueva vida, nuevos árboles, por tanto, una acción errónea del pasado que trajo consigo malas experiencias, se puede cambiar con acciones positivas. El arte de la resiliencia, sin duda, permite un renacer de las cenizas como un poder transformador.

Se concluye entonces, que caer no es malo, tampoco equivocarse, ni la tristeza, estrés, frustración o insatisfacción. Al contrario, debe entenderse como una oportunidad para crecer, expandirse internamente. 

10 Cualidades de la persona resiliente

Está claro que la persona resiliente posee capacidad y/o habilidad para resolver y dar la vuelta a los problemas en sus distintas manifestaciones, y no solo resultar ileso, sino beneficiado. Quienes encajan con esta descripción, tienen un largo trecho avanzado. A continuación 10 habilidades de personas resilientes.

Adoptar una actitud positiva

Aprender a gestionar las emociones es la primera clave para resolver cualquier problema. Y la teoría ABC de Ellis lo plantea muy bien, donde: 

  • A son los hechos, o situaciones a enfrentar.
  • B corresponde a los pensamientos, cómo se perciben los hechos.
  • C simboliza  las emociones, aquello que condiciona los sentimientos.

Ser realista

Ser positivo no significa pecar de optimismo, eventualmente algunos eventos difíciles o límites impredecibles no pueden preverse de ninguna forma, suelen ser dolorosos. Aceptar la dificultad de esas circunstancias puede servir para aprender a actuar en consecuencia.

Usar el humor

El humor puede resultar muy efectivo para restar importancia a ciertos eventos, además de relajar tensiones. Siempre y cuando no sea forzado o intencionado, puede ser un recurso de mucho valor.

Ponerse retos

Aceptar que todo tiene límites, pero sin tener que estar pendiente de no llegar al borde de estos. Los retos contribuyen a sustituir viejas barreras y explorar nuevos caminos hasta ahora desconocidos. La resiliencia percibe los problemas como oportunidades para redescubrir.

Tener autonomía

La frustración puede conllevar a una ausencia de control sobre cierta situación. Conocer la importancia sobre un tema de interés puede traer estrés y malestar. Las personas resilientes suelen tener confianza en sí mismos.

Conocerse a sí mismo

Reconocer las propias fortalezas y habilidades es vital para identificar aquellos aspectos mejorables, cómo reconstruirse para estar más a gusto. La persona resiliente puede tener momentos decadentes, pero se levanta a sí misma y potencia su autoestima. 

Cultivar la empatía

Colocarse en los zapatos del otro, hacerse una idea de cómo se siente, es señal de resiliencia. Empatizar contribuye a separar pensamiento de acción y aproxima humanamente al otro con quien haya algún problema.

Valorar las amistades

Apoyarse socialmente es fundamental y las personas resilientes lo saben. Suelen optar por rodearse de personas positivas, que saquen lo mejor de ellas y con las que disfrutan y aprenden, lo que tampoco significa excluir a otros que pasen por un mal momento.

Aceptar la incertidumbre

Además de no poder controlar todo lo que ocurre, existen situaciones sobre las que nunca se podrá tener incidencia, o que se desconoce totalmente. Cuando no se sabe qué pasará, lo mejor es aprender a lidiar con la incertidumbre, para desarrollar capacidades cognitivas.

Conciencia de presente

Muchas preocupaciones cotidianas no corresponden al ahora, sino futuras, y eventualmente, son impredecibles, o bien a circunstancias pasadas, producto de culpas. Las personas resilientes suelen tener un pensamiento lateral, disfrutan de pequeños detalles del presente y viven plenamente el aquí y el ahora.